A los escándalos por el poder, el sexo o el dinero se une el más triste de todos. El que supone la negación de la justicia y el consuelo a las víctimas de la pederastia. La polémica sobre si los cardenales sospechosos de haber ocultado los actos de pederastia deberían abstenerse de participar en el cónclave no hace más que crecer.
El asunto, que fue puesto sobre la mesa por la revista católica Famiglia Cristiana y la organización estadounidense Catholics United, sólo tenía como objetivo en un primer momento al cardenal Roger Mahony, acusado de encubrir durante sus 26 años al frente de la diócesis de Los Ángeles a 129 sacerdotes acusados de abusos a menores.
Pero no serían los únicos manchados por un escándalo tan grave. En algún momento de sus vidas, el estadounidense Justin Francis Rigali, el australiano George Pell, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el polaco Stanislaw Dziwisz y el argentino Leonardo Sandri también desoyeron el sufrimiento de las víctimas.
Los grandes escándalos que Benedicto XVI no supo atajar durante su pontificado se presentan ahora, con su rostro más crudo, en el momento de la despedida.
El Informe
Benedicto XVI encargó a tres cardenales un informe secreto sobre el casi Vatileaks, saliendo a relucir los escándalos de sexo y corrupción.
A lo largo del 2012 fue conociendo los documentos, poco después de su viaje a México.
Entre los nombres polémicos están los de Angelo Balducci —que utilizaba servicios sexuales de hombres jóvenes— y Marco Simeon —relacionado con actos de corrupción.
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